La tranquilidad era la nota dominante hoy en la cooperativa Nuestra Señora de las Angustias de Jerez. No en vano, en unas fechas en las que en otros años los lagares estarían a plena actividad y los camiones no pararían de descargar uva, esta vez apenas se esperaba la llegada de la producción de los viñistas más rezagados a la hora de cosechar su producción. Los últimos de los alrededor de 200 socios de la cooperativa, que tiene previsto cerrar hoy la campaña con al menos un 30% menos de materia prima que la pasada campaña.

Miguel Espinosa, presidente de la cooperativa, es uno de los que ha esperado hasta el final para iniciar la vendimia en su finca de la carretera del Calvario. En un año que ha sido muy escaso en la producción, aguantar la uva le ha garantizado algo más de cosecha, una materia prima que esta mañana se afanaban en recoger la docena de vendimiadores llegados de la Sierra que trabajan desde el amanecer llenando espuertas, y que en el caso de la cuadrilla que contrata Espinosa cobra alrededor de 50 euros el jornal y recoge cada día unos 1.000 kilos.

Con el paso de los años, en el Marco de Jerez se han ido imponiendo las cosechadoras mecánicas y se han ido perdiendo jornales. Muchos, ya que las máquinas hacen en una hora el trabajo de 40 personas. La razón es obvia, como recalca Gonzalo Gutiérrez, propietario de vendimiadoras y viñista: “El ahorro para el viticultor es del 65%, ya que si un kilo de uva vendimiado a mano cuesta unas 14 pesetas, uno con máquina apenas sale por cinco”. Además, las máquinas y las viñas están cada vez más adaptadas, y no solo vendimian de noche con soltura (lo que beneficia el traslado de la uva al lagar), sino que “permiten recortar la campaña porque se pueden enlazar jornadas nocturnas y diurnas sin problemas”.

El responsable de vinos de COAG Cádiz, José Manuel Bustillo, calculaba esta mañana que a estas alturas la mitad de las algo más de 6.000 hectáreas del Marco de Jerez ya se recolectan con cosechadoras. Es una de las razones que han permitido a los productores aguantar las últimas tres cosechas, campañas en las que el precio de la uva cayó estrepitosamente y no daba para pagar ni los gastos.

Según Bustillo, esta situación empieza a cambiar ahora que el desequilibrio entre producción y venta de vinos se está solucionando. “Esta cosecha será mucho menor, y la merma de uva irá del 15% de la que hablan en Sanlúcar a hasta un 40% en algunos pagos de Jerez y el interior”. La culpa la tiene la sequía, que afecta menos a los pagos costeros, y que ha provocado que la uva adelante su maduración y, por ende la vendimia, y se haya quedado más pequeña que en otras campañas. Eso sí, la calidad es “superior, excelente, sobre todo porque al haber menos humedad al menos no le han atacado plagas”.

Siempre hay motivos para seguir y mirar al futuro. Por eso, mientras cortan los últimos racimos de esta vendimia que ha durado una media de una semana para cada recolector, los viñistas confían en que el repunte en los precios por la escasa producción se mantenga el año que viene, pero que esta vez vaya acompañado de más kilos de cosecha. “Si ocurre así, volveremos a respirar tranquilos y a poder vivir de lo que nos gusta”, apuntaba Bustillo.