El procesado por la muerte de Francisco C. B., el joven que perdió la vida hace dos años en la barriada rural de Las Tablas, ha declarado esta mañana en la Audiencia Provincial asegurando que no recuerda los hechos por los que el fiscal le imputa un presunto delito de asesinato. Según Adrián S. F., esa mañana su amigo y él habían coincidido en un taller en el que trabajaba un tercero, y allí fue donde se dejó olvidada la víctima la trituradora de marihuana que desencadenó el fatal desenlace. Según la versión del imputado, Francisco acudió por la noche a su casa a buscar el artefacto, con el que él se había quedado asegurando que le pertenecía, y comenzó a reclarmárselo desde el exterior entre “gritos y amenazas”.

“Ya no recuerdo nada más -ha declarado el acusado- , solo lo que se me aparece en sueños. Él está arriba mía y cuando se retira se levanta la camiseta y veo que está pinchado y tiene sangre”. El abogado de la acusación particular, Álvaro Cosano, se ha preocupado durante la vista de recordarle que en los juzgados e incluso ante la Policía se confesó autor del crimen; él, sin embargo, ha seguido en sus trece negando la mayor. Su letrada, por su parte, ha hecho especial hincapié en la supuesta adicción a las drogas de su defendido, que ha afirmado que consume desde los 9 años, así como en su entorno familiar desestructurado y violento.

Posteriormente, los dos amigos que fueron testigos directos del suceso han comparecido confirmando que Adrián asestó varias puñaladas a la víctima. Concretamente, han relatado cómo el acusado llamó a uno de ellos para que se llevara a Francisco de su casa cuando permanecía en el exterior increpándole, y se presentaron los dos al momento. Mientras el padre del imputado intentaba hacer entrar en razón al fallecido, según los dos testigos, su hijo apareció con el cuchillo oculto y de forma absolutamente sorpresiva se abalanzó sobre la víctima. Cuando se incorporó, observaron que llevaba un arma con la que le había herido.

Uno de ellos lo trasladó al hospital, donde no pudieron hacer nada por salvarle la vida. Tras estos testimonios llegó el turno del padre de Adrían, que optó por no prestar declaración, tras lo que testificaron los padres del finado. Ambos poco pudieron aportar, salvo la confirmación de que su hijo no era amigo del presunto agresor, ya que solo lo conocían de vista, y que era un muchacho “tranquilo” al que no le gustaban los conflictos, como también corroboraron los otros dos testigos. A ello siguió el testimonio de los policías, que no hicieron sino reforzar la versión inicial de que el mismo Adrián les llamó para entregarse y contar lo ocurrido.

Aunque el procesado aseguró que Francisco siempre llevaba navaja, tanto sus padres como sus amigos han negado rotundamente este punto. Ése ha sido uno de los aspectos en los que ha incidido la letrada de la defensa, que durante los interrogatorios ha intentado en todo momento ‘contextualizar’ el crimen resaltando la situación personal y el tipo de vida de su defendido, con una infancia desgraciada y una juventud marcada por las drogas, en lo que claramente consituirá el punto fuerte de su defensa y su alegato final.