Hace unos días empezaron los primeros síntomas, y el pasado miércoles 14 ancianos de la residencia de mayores de La Granja entraron en aislamiento debido a un brote de sarna. Así lo han confirmado desde el Servicio Andaluz de Salud, informando de que fue el propio médico del centro el que diagnosticó la enfermedad y al momento contacó con el servicio de Dermatología del Hospital y con Epidemiología del SAS, que no hicieron sino certificar su diagnóstico y decretar la reclusión de los pacientes, que permanecen ingresados en la planta sexta de la residencia y apartados del resto.

Según las fuentes oficiales, esta patología es producto de “la falta de higiene” que padecen los perjudicados, aunque han negado de forma rotunda que sea producto de la asistencia que reciben en el centro, argumentando que se trata de un espacio “de puertas abiertas del que la gente entra y sale continuamente” y en el que se acoge a ancianos en riesgo de exclusión social, por lo que es probable que el foco del contagio estuviera localizado en el exterior. En cuanto al tratamiento, deben estar aislados ante el riesgo de contagio por contacto con la piel, pues la sarna es una enfermedad persistente que produce picazón y diversas molestias en la epidermis y cuya propagación resulta relativamente fácil. Por ello, los ancianos están siendo sometidos a baños continuos, lo que incluye el lavado de su ropa a altas temperaturas, así como la aplicación de cremas específicas para combatir la enfermedad.

Como ha precisado el SAS, está previsto que este domingo concluya el aislamiento y los residentes puedan volver a sus habitaciones, una vez que se normalice su estado. Fuentes internas de la residencia consultadas por este medio han mostrado su preocupación asegurando que ya en octubre se detectó un primer caso de sarna y que nadie tomó cartas en el asunto, lo que ha derivado en este brote que afecta a casi el 15% de los usuarios. Según los entrevistados, el personal no ha sido informado sobre cómo ha de tratar a estos pacientes ni las precauciones a adoptar, lo que constituye un riesgo no solo para los trabajadores sino también para el resto de los internos. En este sentido, critican la falta de implicación de la dirección cuyo responsable aseguran que ha tardado dos días en aparecer por el centro, una vez que se detectaron estos casos.

En lo que respecta al foco, aunque no ha podido demostrarse su origen y la Junta apunta al exterior de la residencia, estas fuentes denuncian una cierta falta de higiene apuntando a que el edificio no se somete a una fumigación desde hace cinco años, pese a que la administración obliga a que se realice de manera anual. Además, destacan que muchos residentes tienden a acumular muebles y otros enseres que recogen de la calle en sus habitaciones, lo que supone un riesgo para su salubridad. La dirección, según critican, lo permite justificándolo en que forma parte del arraigo personal de cada anciano.