Ayer comenzó la cuaresma, y lo hizo de forma brillante. Si el obispo presidía una eucaristía en la Santa Iglesia Catedral, donde se imponía la ceniza en señal de conversión a todos los feligreses, las hermandades y cofradías aperturaban este tiempo litúrgico con la solemnidad y elegancia a la que nos tienen acostumbrados. El miércoles de ceniza se ha convertido en uno de los grandes referentes de la cuaresma, gracias a la apuesta que cofradías como las Cinco Llagas o el Santo Crucifijo de la Salud, entre otras, hacen con sus respectivos besapies.
En la capilla del Voto, en la iglesia de San Francisco, el Señor de la Vía-Crucis ofrecía una estética cuidada y sobria en la que el nazareno de Chaveli destacaba por encima de todo. El próximo domingo ya será el tiempo de que María, en la advocación de la Esperanza, tome el testigo y se haga protagonista única, pero el besapies de ayer evidenció buenas maneras en la corporación que preside Juan Lupión.
La hermandad del Santo Crucifijo, por su parte, repitió con algo más de luz el besapies que ha montado en los últimos años, y que es ya un referente de la Semana Santa de Jerez. El crucificado lució sin potencias ni corona en su cruz de plata, mientras que la Encarnación presidía el altar que habitualmente ocupa la talla de José de Arce.
Otras hermandades, como la Mortaja o Loreto, expusieron también a sus imágenes en devoto besamanos o besapies. Así la cofradía de Capuchinos expuso a su titular y a la Virgen de la Caridad con la clase que atesoran, mientras que Loreto hacía lo propio con el Señor del Ecce-Homo, uno de los grandes desconocidos de la jornada que poco a poco va ganándose un hueco en esta primera jornada cuaresmal.
La próxima cita será el domingo, primero de cuaresma, con imágenes tan importantes como la Esperanza de San Francisco, la Encarnación, Amor y Sacrificio, recién restaurada o Jesús Nazareno, entre otras.