Creyente o no, la mayoría es consciente de que la Semana Santa es una época de íntima reflexión, de catarsis colectiva. Una celebración que también tiene mucho que ver con la primavera, donde la vida renace y la naturaleza recupera su esplendor. Y como nada sucede por casualidad en esta vida, algo o alguien ha querido que la sentencia del TSJA se dicte y publique justo antes de iniciarse esta Semana de Pasión. Un año después de iniciarse el calvario para tantos trabajadores y sus familias y amigos. Su contenido es claro: confirma que el despido masivo perpetrado por el gobierno local del PP en el Ayuntamiento no se ajusta a derecho y que se ejecutó con “absoluta arbitrariedad”. Todo un mazazo y una afirmación que causa bochorno y sonrojo al tratarse de una administración pública. A partir de ahí, y con la simbólica coincidencia, el equipo popular debería tomar buena nota. En lugar de cerrarse en banda y correr hacia adelante como la fábula del burro y la zanahoria, debe aprovechar esta semana para meditar, reflexionar y asumir que, sin rectificación y sin readmisión de los 260 empleados afectados, lo que le queda hasta el final de la legislatura será un auténtico Vía-Crucis.
La señora Pelayo tenía el ERE del Ayuntamiento como desgraciado proyecto estrella de esta legislatura. Su supuesta entrada triunfal en Jerez pretendía ganarse a la opinión pública a base de derramar, laboralmente hablando, la sangre de cientos de honrados profesionales que ella quiso machacar firmando una orden cual Herodes. Y se ha demostrado que todo se hizo por sed de venganza porque ni siquiera ha logrado ahorrar dinero o estabilizar la situación catastrófica que vive el Ayuntamiento y nuestros servicios públicos más esenciales. Sólo un dato: hoy la nómina, pese a los despidos, es más costosa para usted que hace un año. Pese a todo, la vida es generosa y a la que podría ser considerada como nueva Judas de la política, pues traicionó sin contemplaciones a sus trabajadores tras prometerles un año antes en campaña y cuando estaba en la oposición que jamás dejaría a nadie “tirado en una cuneta”, le ha brindado una segunda oportunidad.
Si reflexiona profundamente y decide lo más coherente, lógico y más beneficioso para el interés general, como es sin duda alguna la readmisión de los 260 trabajadores afectados, recuperará la senda de la cordura y saldrá del duro aislamiento actual. Si no aprovecha esta semana tan especial para los cristianos y creyentes, y para tantísimas otras personas, habremos perdido un año en vano, la ciudad seguirá hundida y ni tan siquiera habrá tenido la sensación de haber purgado sus más graves pecados capitales: la soberbia y la ira. Medite señora Pelayo, reflexionen señores del PP. Abandonen el camino de la persecución y las mentiras, de la saña y la cobardía, y resuciten ahora que es el tiempo más apropiado para ello. Resuciten todas aquellas buenas palabras que pronunciaron ante un pueblo, y unos trabajadores, que sigue expectantes por ver qué en qué queda tantas y tantas cosas como se les prometieron. Nunca será tarde.