Ecuador de la Semana Santa, y llega el día grande de nuestra Semana Mayor, el Miércoles Santo. El día en que el Prendimiento y la Amargura, la Madre de Dios y su propio Hijo, se dan la mano para bendecir Jerez con su simple presencia, con sus aromas inconfundibles, con sus sones aterciopelados. Llega el Miércoles Santo, la jornada donde la historia y el diseño se dan la mano, donde las devociones más importantes le ceden el sitio a las que van construyendo su propio destino. Llega el Miércoles Santo sabedor de que es el día donde se concentran todas las miradas, donde los sueños se edifican a golpe de saetas, de Amarguras en las Angustias, de misereres y marchas clásicas, y de cortejos elegantes donde los haya. Sin embargo, no ha podido comenzar de peor forma, ya que se han tenido que tomar decisiones dolorosas. El Soberano Poder, El Consuelo y La Amargura decidieron no procesionar ante el riesgo de lluvia. Sí lo hicieron Santa Marta y Las Tres Caídas. El Prendimiento también optó por procesionar, aunque recortando su recorrido. Así, por ejemplo, en el regreso subir por José Luis Díez ha sido la alternativa escogida a Carpintería, que este año, por tanto, se queda sin ver al Prendi.

El Miércoles Santo se presentaba de antemano como una sucesión de una serie de detalles, un sinfín de momentos que completan la magia que se produce cuando la luna de Nisán está a punto de reventar por sus poros. Desde la humildad de las manos atadas del Prendimiento, joyero donde se acunan las verdades más desgarradoras del barrio de Santiago, pasando por la elegante apuesta de la hermandad del Consuelo, esa que le lleva a respetar a su barrio, y a buscar una estética depurada que la signifique del resto. Es también el día del Soberano Poder, la hermandad más potente de todas las nuevas de la ciudad, y de su paso por el estadio municipal de Chapín, un clásico ya en nuestra Semana Mayor. Y es también el momento de ser, aunque sea por un segundo, uno más de acompañamiento del Señor Caído, o un costalero de la Virgen de los Dolores en una de esas levantás ya antológicas…

Es el Miércoles Santo la oportunidad de ser manto de la Amargura, o corneta que acompañe al Señor de la Flagelación por la calle Medina. Una jornada en la que hasta Santa Marta presume de búsqueda incesante de progreso, porque si hay una hermandad que se haya esforzado más que ésta en encontrar un camino adecuado en los últimos años, que se ponga tras el palio del Patrocinio cuando caiga la tarde del ecuador de la Semana Santa.

Pero la lluvia ha dado al traste con todo. Tan presente esta Semana Santa, tampoco ha permitido que el Miércoles Santo luzca con el esplendor al que nos tiene acostumbrados.