El Cristo de la Expiración y María Santísima del Valle Coronada ya están de nuevo en la ermita de San Telmo, tras un accidentado Viernes Santo debido a las adversas condiciones climatológicas que le sorprendieron en su estación de penitencia. La cofradía tuvo que refugiarse, primero en la catedral, y más tarde en la parroquia de San Miguel, ya que la lluvia impidió el normal desarrollo de su salida procesional. Finalmente, la hermandad que preside José Manuel García Cordero decidió volver el Domingo de Resurrección por la tarde hasta su sede canónica.
El traslado, pese a la amenaza de lluvia insistente que impidió la salida procesional del Resucitado por la mañana, se pudo celebrar gracias al compromiso por parte de todos los implicados en realizarlo en apenas treinta minutos, premisa que se cumplió casi a rajatabla por parte tanto del paso del Santísimo Cristo de la Expiración como del palio de María Santísima del Valle Coronada.
Justo antes de la salida, la hermandad homenajeó a los sacerdotes de San Miguel en la persona de Ángel Romero Castellano, párroco del histórico templo jerezano, quien rezó por los que han pasado por su cargo y ya no están, y agradeció ante la dolorosa el emotivo gesto de la cofradía. La corporación salió de San Miguel sin acompañamiento musical, y a paso de agua llevó a cabo un traslado que tuvo un momento especial cuando las monjas de la calle Barja cantaron ante la dolorosa del Valle, saltándose así de manera discreta y contemplativa su rigurosa clausura.
Ya está el Cristo de nuevo en la ermita, acompañado de un nutrido cortejo que olvidó que no era Viernes Santo, y quiso acompañar en masa a sus imágenes titulares de vuelta a casa. Ya está el Valle en su casa, y con Ella, terminó ayer nuestra Semana Santa, la peor que se recuerda en lo climatológico.