Lo ha adelantado Canal Sur en su informativo. La trabajadora del departamento de pescadería de Hipercor que fue despedida tras comerse cinco cigalas para “probar probar su correcta salazón” deberá ser indemnizada con 20.000 euros.
Cabe recordar que la empresa despidió a la trabajadora tras lo visto por las cámaras de seguridad. Sin embargo, ésta, representada por el abogado Francisco Cabral, lo denunció por considerar que se trataba de un despido improcedente.
Según ha explicado el propio Cabral, la cadena de supermercados dio marcha atrás poco antes del inicio del juicio en el Juzgado de lo Social número 3 y admitió la improcedencia del despido, acordando la indemnización mencionada, aunque no la readmisión.
Pese a todo, la afectada ha declarado a este medio que está “más que satisfecha”. “Querían darme solo 4.500 euros alegando un despido disciplinario, y al final van a tener que pagarme 20.000 euros. Estoy muy contenta”, apunta Luisa Reyes, que reconoce que “no hemos peleado por la readmisión porque yo ya no quería más polémica y, sobre todo, porque ya no me apetecía volver a trabajar en ese sitio”.
Reyes lamenta que sus 12 años de trabajo para Hipercor “terminaran con este mal trago, tachándome de ladrona, y con un despido por una tontería y agarrándose al primer motivo que pudieron para echarme”. Y es que, según cuenta la exempleada, “me dijeron a la cara que tenían que despedir a una veintena de compañeros antes de Navidad, y por eso se agarraron a los de las cigalas”.
Doce fueron los años que Luisa Reyes trabajó en la pescadería del hipermercado. Esa dilatada carrera como pescadera se vio truncada el pasado 17 de octubre, cuando fue despedida por haberse comido presuntamente cinco cigalas. Como entonces contó a REPORTEROS JEREZ, el citado día se encontraba con su compañera realizando sus labores habituales, que incluían el probar la mercancía para comprobar el punto de sal o de cocción, cuando un inesperado suceso torció de forma determinante los acontecimientos.
“Estábamos cociendo el marisco y probándolo, como hacíamos siempre, para ver cómo habían salido de sal y cocción. Mira que a mí no me hace gracia el marisco, pero consideraba que era algo que tenía que hacer. La cosa es que las cámaras de seguridad nos grabaron a mi compañera y a mí y la dirección del centro se sirvió de ello para despedirnos, acusándonos de habernos comido cinco cigalas. Ni siquiera el número es cierto, probamos una o dos”. Como insiste Luisa, se trata de una práctica habitual por la que jamás les habían llamado la atención; tanto es así que asegura que su jefe directo de pescadería se “llevó las manos a la cabeza” cuando le anunciaron los despidos.
“Nunca tuvimos ningún problema con eso. En todo caso, si lo hubiéramos hecho mal nos deberían haber amonestado pero nunca despedido. Cuando fuimos a protestar, nos dijeron que la cosa está muy mala y que sobraban 25 personas, por lo que nos tememos que esto haya sido una excusa para quitarnos de enmedio”, añadía.
“Lo que yo busco es la readmisión y volver a mi trabajo. Después de 12 años aquello es como una familia, tengo compañeros que hasta lloraron cuando se enteraron de que nos habían despedido. Yo no he cogido la indemnización ni he firmado nada, lo que quiero es trabajar”. Para colmo, afirmaba que cuando le finiquitaron le adjuntaron una carta de recomendación en la que alaban los servicios prestados, lo que según ella es un completo sinsentido.