Mezclar fútbol y política no ha sido habitualmente una buena idea. De sobra es sabido que el fenómeno futbolísitico ha servido para que minorías oprimidas ideológicamente  tomaran voz a costa del deporte rey. En Inglatera la corriente ‘Hooligan’ tuvo en sus inicios unas bases más políticas que deportivas, y así podríamos viajar desde España hasta Italia, pasando por Grecia o Rusia.
En España hemos tenido ejemplos claros de lo mal que acaba la relación política y fútbol en el caso de Tomás Reñones. Capitán del Atlético de Madrid tenía tan arragaida relación con la familia Gil que cuando colgó las botas se marchó con su presidente a ingresar las listas de Grupo Independiente Liberal en Marbella. Llegó a ser alcalde en funciones, viéndose salpicado por la escandalosa -y corrupta- Operación Malaya.

Sin embargo, el precursor en España fue Agustín Gómez Pagola. Como reseña Quique Peinado en su libro ‘Futbolistas de izquierdas’, Gómez Pagola fue un ‘niño de Rusia’, de los que el Gobierno español mandaba en plena Guerra Civil a la Unión Soviética. Pero Pagola llegó a Rusia ya con 15 años y como futbolista. Allí jugó en el Krasnaya Roza, el Krylia y en el Torpedo de Moscú, con el que fue capitán y llegó a defender la roja soviética. Pero de roja a roja, ya que, este militante del PCUS, regresó a España -obviamente por motivos político más que futbolísticos-, se alineó con el Atlético de Madrid y terminó sufriendo la entrada más dura fuera de los terrenos de juego, al tropezar de frente con otro ‘futbolero’, Santiago Carrillo, lo que supuso que Gómez Pagola se escindiera del PCE, creando el germen de lo que a día de hoy es el Partido Comunista de los Pueblos de España.

Pero no hay que irse muy lejos, ni en época ni en demarcación en el terreno de juego. Aquí en Jerez hemos vivido recientemente uno de los peores ejemplos de relacionar fútbol y política. A principios de los años 80 el Xerez era un novato que soñaba con la división de plata del fútbol español. Con jugadores como Dieguito, Perdigones, Rivas, Del Pozo, Manolo Ruiz o Cabral, Manuel Riquelme, presidente del club, apuesta por uno de los entrenadores más prometedores de Andalucía, el sevillano José Antonio Viera, quien con 33 años ya había debutado en Segunda División con el Algeciras.

Al xerecista posiblemente no le suene demasiado Viera, pero tuvo a sus órdenes a la primera hornada que hacía soñar con el ascenso, e incluso con Primera División. Todo iba bien (el Xerez era sexto a solo tres puntos del líder) hasta que el Mallorca se cruzó en su camino y en apenas ocho minutos tumbó a un Xerez que desde entonces encarrilaría una derrota tras otra, hasta que el filial del FC Barcelona goleó a los azulinos y Viera fue destituido. Todavía quedaba Liga, pero el joven técnico del Deportivo fue incapaz de reaccionar.

Pedante, soberbio y algo jocoso, así definen antiguos compañeros de profesión a José Antonio Viera, que ha saltado de nuevo al circo mediático, y no por sus dotes de entrenador, precisamente. Y es que ese técnico del Xerez que hizo soñar por primera vez es, con toda la presunción por delante, uno de los supuestos cerebros en el caso de los, otra vez, supuestos ERE irregulares otorgados entre 2001 y 2010 por la Junta de Andalucía. Consejero de Empleo de la Junta del 2000 al 2004, Viera no está imputado en el proceso judicial abierto por este Fondo de Reptiles que parecía no tener final, pero varios informes de la Guardia Civil señalan que tuvo un “papel esencial” en la promoción de las ayudas irregulares,  esas ayudas sociolaborales otorgadas por su Consejería a través de la agencia IDEA, según distintos medios de comunicación.

De entrenador a maestro, de maestro, a politico

Pero, ¿cómo pasa este sevillano de 67 años de entrenar al Xerez a estar involucrado en uno de los escándalos más gordos de la administración en España? Salpicado de lleno -pero de momento no imputado- en el caso de los ERE, maestro de Secundaria y congresista  por primera vez en su carrera como político, Viera arranca casualmente esta carrera justo al salir del Xerez, alternando con algún efímero paso por banquillos sevillanos como el del Coria o el Utrera. Delegado provincial de Gobernación de la Junta de Andalucía en Sevilla (1994-1996), delegado de la Junta de Andalucía en la provincia de Sevilla (1996-2000), Consejero de Empleo, Secretario General del PSOE Sevilla y ahora congresista.

Un buen curriculum que dista mucho de su paso por los banquillos. Empezó su carrera en el Tocina de Primera Regional, y ahí a los los escalafones inferiores del Sevilla para entrenar a los juveniles. Pasó al Alcalá, pero retornó a Nervión para dirigir al Sevilla Atlético. En la temporada 1978-79 entrenó en Segunda B al Linares, en la siguiente Algeciras y para acabar Xerez. De momento, y por su condición de congresista, Viera aún no ha sido imputado por el caso de los Eres otorgados de forma dudosa, aunque es claramente el mejor ejemplo local de la complicada relación entre fútbol y política.

Porque podríamos presentar muchos casos más. George Weah se presentó a presidente en su Liberia natal donde era idolatrado, pero fracasó. Kaladze, que ganó dos Copas de Europa con el Milan, fue nombrado ministro de la República Checa y Viceprimer Ministro, anque un escandalo posterior le obligó a apartarse del poder. Romario, Bebeto, Kosecki, Shevchenko…. Una larga lista de futbolistas que dejaron el césped para hacerse con un escaño y cuya moda también llegó a Jerez, donde Juan Pedro, Mendoza o Rafa Verdú también hicieron sus pinitos en la política, con más pena que gloria.