Noviembre, 43 mujeres asesinadas en el Estado, de las cuales 9 son en Andalucía. Con respecto a menores de 16 años han sido 4 mujeres asesinadas en el Estado de las cuales 2 en Andalucía.
¿En qué estamos fallando educando en la Igualdad de sexos? ¿Hemos olvidado decir a nuestras niñas que el precio de esa igualdad nunca debe ser la pérdida del propio respeto en ningún aspecto? ¿Hemos olvidado decir a nuestros niños que, con esa igualdad, nadie está poniéndolos a prueba ni echándoles un pulso?
En algún punto hemos debido transmitir un mensaje equívoco cuando aumentan los casos de violencia de género entre nuestros adolescentes. Cuando madres que hemos compaginado horas de trabajo en casa y fuera de ella, en demostración innecesaria de esa igualdad, sintiéndonos con ese pluriempleo, aún más desiguales, y todo porque nuestras hijas sí lo fueran, ahora vemos que esa no dependencia económica ni emocional de ninguna pareja, que hemos querido transmitir no ha calado en la medida deseada y que a edades muy tempranas, muchas de nuestras adolescentes soportan agresiones verbales, e incluso físicas, de quienes no tienen con ellas ni tan siquiera un lazo afectivo, tan sólo por haber mediado un esporádico encuentro sexual.
Las conductas machistas están muy presentes entre los adolescentes, a los que por su corta edad y escasa experiencia, les cuesta identificar muchos comportamientos como violencia.
Esta violencia de género en la adolescencia, se nutre de los avances de las nuevas tecnologías informáticas, tales como las redes sociales, el whatshapp, etc., y toma forma de amenazas psicológicas más que de agresiones físicas. Es así como se producen manipulaciones, obsesiones e incluso seguimientos continuos facilitados por aplicaciones móviles que permiten saber dónde está tu pareja en todo momento. Estas agresiones psicológicas o micromachismos tardan poco en convertirse en agresiones físicas, bastando por ejemplo, el mero detonante de un ataque de celos.
Hay que evitar que las adolescentes hagan suyo ese modelo de amor romántico que se vende en la sociedad, donde el hombre domina y la mujer es sumisa. Nuestras mujeres adolescentes están recibiendo mensajes contradictorios que dificultan puedan reconocer las situaciones de abuso, celos y acoso. Probablemente, con la información que poseen, no permitan que la pareja las agreda físicamente, pero sí que controle sus mensajes de móvil, sus correos electrónicos, las llame a todas horas o les pida que no vista de determinada manera, y esos signos los interpreten, no como amenaza sino como manifestación amorosa, a modo de los personajes de sus novelas o películas favoritas, tales como “Crepúsculo”, en la que Bella ama a un vampiro cuya máxima tentación es matarla, siendo uno de los mensajes que contiene: “El amor concede el poder de destruirte”. Muchos adolescentes carecen de la necesaria aptitud para recibir consignas como la de esta frasesin adoptar la actitud crítica y racional recomendable y saber que sólo se trata de una historia fantástica e irreal, en la que cualquier parecido con la realidad debe ser mera coincidencia y motivo de alerta.
Dado que las conductas violentas machistas no se han reducido, como era lo esperable y deseable, sino que transformándose gracias a las nuevas tecnologías, han ido en aumento y se han hecho más volátiles y más difíciles de detectar a tiempo, se hace necesario atajar el problema desde su raíz, enseñando a estas adolescentes, tanto en el ámbito familiar como en el educativo, a reconocer por sí mismas esos novedosos métodos de acoso y amenazas a través de medios informáticos, a no asumirlos como normales, no disculparlos, no tener miedo a contarlo, denunciar y a recurrir a los organismos dedicados a la ayuda a las víctimas de violencia de género.
El Partido Andalucista reclama que desde los Centros Educativos se lleve a cabo una minuciosa labor de formación e información práctica de los adolescentes en estos micromachismos a nivel de redes informáticas. Que las AMPAS exijan a los Centros esta labor como de prioridad absoluta, implicándose madres y padres también en ella, a fin de que continúen con dicho cometido observador de conductas sospechosas en el domicilio.
Los Andalucistas exigen igualmente que las autoridades competentes, den al problema la importancia que el mismo requiere, no saldando las denuncias que se materialicen como meros episodios de riñas de adolescentes y que, en un tema que queda demostrado nos está superando en velocidad a la acción, el Ejecutivo, el Legislador y los Jueces, se pongan a trabajar codo con codo para a la máxima brevedad, poner a disposición de los ciudadanos los mecanismos legales necesarios para resolver el problema.
La delegada del Gobierno en Andalucía, Carmen Crespo, destacó recientemente, que las denuncias por violencia de género en el primer semestre de 2013 han experimentado un crecimiento de un 1,44 por ciento respecto al mismo periodo que el año anterior.
En un comunicado, la delegada también explicó que el número total de denuncias aumentó en Andalucía en los años 2010 y 2011 en un 3,19 por ciento y un 0,12 por ciento respectivamente, mientras que en los mismos años, a nivel nacional, el número de denuncias experimentó un ligero descenso de un 1,06 por ciento y un 0,08 por ciento.
Andalucía, ha dicho, cuenta con 482 agentes específicamente dedicados a la atención de mujeres víctimas de violencia de género que “trabajan intensamente para detectar y prevenir los posibles casos de violencia de género”.
Pero ocurre que el Ejecutivo no ha incluido a los menores, como víctimas directas de violencia de género hasta principios de 2013, cuando el problema de dicha violencia ya estaba más que consolidado como real. La detección del problema ha sido tardío y las medidas a tomar no pueden demorarse por más tiempo, por lo que el Partido Andalucista compele al Gobierno para que se ponga a trabajar “ya”, y que con el asesoramiento de todos los colectivos sociales conocedores de la problemática, elaboren un plan de actuación inmediato que impida que esta violencia machista en la adolescencia siga produciéndose y propagándose tanto a nivel de redes informáticas como fuera de ellas, si no deseamos que este problema se convierta en una lacra social sin precedentes.