La de Nuestra Señora de la O, o de la Virgen de la Esperanza o de la Expectación del Parto, es una festividad genuinamente española, habiendo sido instituida por los Padres del ¡X Concilio de Toledo’ en el año 656, fijándola ocho días antes de la Natividad de Jesús, el 18 de diciembre. Dicha festividad desaparecería al sustituirse el rito hispano por el romano.

Tal y como se establece en el libro “Defensión”, coordinado por Francisco Antonio García Romero, la advocación de la “Virgen de la O” proviene de las así llamadas Antífonas de la “O”, también conocidas como Antífonas Mayores, que son siete y se cantan antes y después del Magnificat en las Vísperas desde el 17 al 23 de diciembre. Se compusieron entre los siglos VII y VIII y reflejan el anhelo del pueblo de Dios ante el ya cercano nacimiento del Salvador. Reciben ese nombre porque todas empiezan en latín con la interjección “O”, en español “¡Oh!”: O Sapientia (Oh Sabiduría que brotaste de los labios del Altísimo), O Adonai (Oh Adonai, pastor de la casa de Israel), O Radix (Oh renuevo del tronco de Jesé), O Clavis (Oh llave de David y cetro de la casa de Israel), O Oriens (Oh sol que naces de lo alto), O Rex (Oh rey de la naciones y deseado de los pueblos)) / O Emmanuel (Oh Emmanuel, Rey y legislador nuestro).

La Esperanza, conjuntamente con la fe y la caridad, constituyen las tres virtudes teologales. Enmarcada en la piedad popular y en la costumbre, la Esperanza es representada como un ancla, puesto que es el ancla del alma, segura y firme “que penetra….. a donde entró por nosotros como precursor Jesús”. Dicha ancla muchas veces se va a cristianizar al añadirle en algunos casos un travesaño bajo el anillo, para recordar el símbolo de la salvación cristiana que es la cruz. Lo mismo ocurre con el color verde que se le atribuye, que expresa el tono de los campos en primavera como presagio de los buenos frutos del estío. Matizar en este punto, que el color que se utilizaba antaño en el rito hispano era el blanco.

Entre las devociones marianas predominantes en la comarca a finales de la Edad Media está la de Santa María de la O, desde el siglo XIV gran devoción en Sanlúcar, Chipiona y Rota, por el singular aprecio que le profesaban los Pérez de Guzmán y los Ponce de León, señores de estas tierras.

Hay que hacer referencia a la cofradía penitencial, de disciplina o sangre, fundada hacia 1560 en Sevilla, cabeza de nuestra archidiócesis, y dedicada al misterio pasionista de Jesús Nazareno y a la Virgen de la O, cuyas reglas aprobó el arzobispo Fernando de Valdés en 1566 y que en el barrio de Triana tuvo templo propio, convertido primero en auxiliar de la única parroquia del popular arrabal, Santa Ana, y ya en 1911 en parroquia de pleno derecho.

A modo de curiosidad cabe citar que un 17 de diciembre de 1478, víspera de la festividad de la Expectación, se inició la construcción del monasterio jerezano de la Cartuja, tan ligado a esta hermandad de la Defensión.