Una hermandad es mucho más que una cuadrilla de costaleros, que una buena banda, o que un cortejo amplio… Si los tiene, mejor. Pero no se miran estas indicaciones desde Bertematti a la hora de erigir a una asociación parroquial como hermandad. Se miran criterios pastorales, sus raíces con el barrio en el que está asentada, su colaboración con la iglesia local y su grado de compromiso con los más necesitados.
Pues todo eso, se vio ayer cuando la cofradía pasó por la barriada Juan XXIII. Sin condicionantes, sin paliativos, sin eufemismos. Abre la Semana Santa de Jerez una nueva hermandad que, pese a estar realmente cerca de otras dos corporaciones, ha sabido ganarse el corazón de una barriada por la que lucha, trabaja y se esfuerza cada día del año. A eso, súmenle la vocación de servicio que tienen en sus venas, debido a su vinculación con el Sanatorio San Juan Grande, y así, y sólo así, comprenderán que ayer Jerez se volcara con una cofradía que da sus primeros pasos, y los da con seguridad.
Y si a todo eso le suman que poco a poco, sin prisas, van completando su patrimonio, que cuentan con una banda como la Agrupación Musical San Juan, que tocó mucho, y bien, y que cuentan con el cariño de su barriada, devuelto a golpes de aplausos con cada cambio que mandaba la experimentada cuadrilla de Jesús Sánchez Lineros, pues ya tienen el resultado de lo que ocurrió ayer. Ocurrió que Bondad y Misericordia ha inaugurado con brillo la Semana Santa jerezana, y que hoy, Viernes de Dolores, ya todo es una víspera gozosa de la Semana Mayor.