Es el día de la Semana Santa más cambiante, sin duda. Conocerlo es imposible, puesto que todos los años hay incorporaciones y bajas, señal indiscutible de que la Semana Mayor jerezana está viva, que palpita al son de la Pasión de Cristo. Abandonó el día la hermandad de Humildad y Paciencia, que hará su estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral el próximo Martes Santo, pero se incorpora la hermandad de la Salvación y la de la Mortaja.
Y no contento con estos cambios, las cofradías que ya salían presentan importante novedades. La jornada puede empezar en la iglesia Santa Ángela de la Cruz, sede desde la que la hermandad de Pasión hace su estación de penitencia hasta la capilla de las Angustias. Con un recorrido similar en metros y minutos al de muchas hermandades de la Semana Santa, la hermandad de Pasión busca asentarse lentamente entre las cofradías nuevas. Lo hace con Ezequiel Simancas como capataz, y la Banda de Cornetas y Tambores Santa María Magdalena, de nuestra ciudad.
Tras ver la primera hermandad de la Semana Santa, puede ser una buena opción marchar hasta Guadalcacín, donde la hermandad de la Entrega demostrará de nuevo que lo suyo con Guadalcacín es un idilio permanente. Normal, tras el inteso trabajo que llevan a cabo semanalmente en la parroquia. De hecho, la hermandad estrena este año la primera de las figuras del misterio que está componiendo Navarro Arteaga, una mujer hebrea arrodillada. Con los sones de la Agrupación Musical La Sentencia, buscar esta cofradía con luz de salida es una buena opción, aunque también es recomendable la recogía de la corporación.
La Misión es la tercera hermandad que recomendamos ver, ya que si nos damos prisa, podremos contemplarla cuando salga de Picadueñas buscando Santiago. Una asociación con un nazareno sugerente, que aunque haya perdido el acompañamiento musical del año pasado, cuenta con la profesionalidad de la Banda de Cornetas y Tambores Zoilo Ruiz Mateos, de Rota, y con la garantía de Manuel Monje, capataz del Señor del Consuelo también, al frente de las cuadrillas de esta pujante asociación.
Cerca estará ya la hermandad de la Salvación. Con el Nazareno, acompañado por la banda de cornetas del Nazareno de Huelva, la nueva hermandad hará estación de penitencia a la iglesia de la Victoria, donde llegará sobre las ocho de la tarde. No procesiona aún la Virgen de las Bienaventuranzas, la nueva dolorosa de la hermandad, aunque no es excusa para no ver una hermandad que está trabajando mucho y bien en los últimos años.
Y aún así, quedan todavía tres cofradías por ver… Dos de ellas se pueden contemplar sobre las ocho y media de la tarde por la plaza del Arenal. Mientras la Mortaja va a San Dionisio, la Sed buscará San Miguel. Será por tanto el momento de elegir, uno u otro recorrido, puesto que la Mortaja llega con la novedad de su primera estación de penitencia, con el misterio perfectamente terminado, tanto en figuras como en el propio paso de salida, así como en su cortejo de nazarenos estrenando túnica. Martín Gómez Moreno será el capataz del paso de la corporación, que llevará música de capilla.
Por su parte, la Sed aporta la fortaleza de la banda de cornetas y tambores del Rosario de Cádiz, sin duda una de las bandas más mediáticas de cuantas vienen a Jerez en Semana Santa. Alberto Millán es el capataz del único paso de la cofradía, que estrena su sede canónica, la nueva parroquia de San Juan Grande, así como las túnicas, muy sugerentes, de la corporación.
Queda la última de las hermandades, y la mejor opción es ir a la zona sur de la ciudad donde, con suerte, podremos contemplar a la Sed de nuevo, junto con la hermandad de la Salud. Con el cambio de última hora de la Agrupación Musical San Juan, sustituyendo a la de las Lágrimas de San Fernando, la hermandad de San Rafael es una preciosa manera de terminar la jornada de vísperas, gracias a la belleza de su nazareno, que abraza a la cruz, como a la nueva puesta en escena del cortejo de nazarenos, con una nueva túnica que dará que hablar en los próximos días.
Una jornada absolutamente espectacular, que inicia el camino que nos llevará, sin remedio, al manto de la Soledad en la Porvera, cerrando, dentro de una semana, la Semana Santa jerezana.