Poco más hay que añadir. Salió el Prendimiento a la calle, y nuevamente Jerez tiñó sus esquinas de rojo, saludando al que es Dios de dioses, y Rey de reyes. Salió el Prendimiento, y con Él, un barrio entero que se entregó de nuevo a las manos mejor amarradas del universo.
La cofradía se presentó con importantes novedades, puesto que nuevo era el vestidor, nuevo era el hermano mayor y nuevo era el capataz del paso de misterio, Juan Montero. La cofradía, compacta como pocas veces se recuerda, desplegó todo su arsenal en la tarde del Miércoles Santo, consiguiendo enamorar a una ciudad que se entregó por entero al Señor Prendido, y a su Madre del Desamparo, que ayer conquistó también cada rincón por el que su palio pisó con elegancia.
Una cofradía de pitón a rabo, que ayer demostró de nuevo que con el Prendimiento, todo sobra…