La videncia es un don que necesita que aquella persona que lo posee y lo trabaja tenga valores como el entusiasmo y el talento, siendo también clave otra serie de factores como las ganas de ayudar. Por ello es importante tener estos aspectos en cuenta antes de escoger a la profesional a la que se quiere consultar.

Y es que tanto en el mundo del tarot como de la clarividencia y el ocultismo muchos son los intrusos y aficionados que ofrecen sus supuestos dones sin ni siquiera tenerlos y con el perjuicio que ello puede conllevar. Por ello es importante tener en cuenta qué características debe tener una buena vidente antes de llamarle y pedirle consejo,

También es importante en este sentido que te fijes si los videntes tienen o no gabinete. Apostar por videntes sin gabinete te garantizará un trato directo, sencillo y una mayor atención puesto que contactarás directamente y sin esperas con tu vidente de confianza y no tendrás que pasar por incómodas centralitas totalmente impersonales.

SINCERIDAD

Una vidente debe ser siempre honesta y sincera. Verás que es una buena profesional porque será honesta desde el comienzo de la conversación y hasta el final de la misma. No te intentará dar pábulo a teorías extrañas e ideas que no encajan, generando más suspense e intriga. Ofrecerá un trato amable y empático transmitiendo un mensaje sincero sobre lo que ve e interpreta en ese instante.

Precisamente este tipo de trato es justo lo que encontrarás si consultas a los mejores videntes sin gabinete que lo que buscan es ayudar y no entretener a nadie con falsas intrigas.

CERCANÍA

Una vidente puede ser en un momento determinado una especie de guía, por ello un buen profesional de la videncia tendrá una actitud cercana y empática. Se interesará en todo momento por lo que le ocurre a la persona que le está consultando así como por aquello que le puede preocupar más.

En definitiva, serán personas que sabrán explicarte con dedicación y paciencia qué es lo que ven en las cartas y también dar consejos sobre aquello que están viendo para poder ayudar mejor y más a la persona que le está realizando la consulta.

QUE TENGA UN DON

Como decimos una buena vidente debe tener el don de nacimiento realmente y no ser una mera aficionada. Esto lo verás de un modo relativamente rápido porque comprobarás que suelen tener una actitud muy centrada en la consulta, dar buenos consejos y tendrá una actitud muy cuidadosa al ofrecer consejo sobre la situación consultada.

VIDENTE SIN GABINETE, MUCHO MEJOR

Es mucho más recomendable apostar por verdaderas videntes que no usan gabinete y esto es así por dos cosas principalmente. La primera de ellas es porque así la localizarás de un modo directo no teniendo que hablar con una centralita o un mediador antes y el ahorro de tiempo que ello supone, pudiendo aprovechar más la llamada.

Este ahorro de tiempo se traduce también en un ahorro de dinero porque las videntes con gabinete suelen tener unas tarifas más elevadas por sesión o por minuto de llamada. Hay que tener presente que mediante dichas sesiones deben sacar el dinero para pagar los honorarios al personal del gabinete telefónico, algo que no ocurre con las videntes sin gabinete que tendrán unas tarifas mucho más ajustadas y justas en este sentido.

SERÁN PERSONAS ACCESIBLES

En muchas ocasiones hay videntes que cogen cierta fama pero jamás las puedes localizar y si llamas a su gabinete se pone cualquier otra persona de su equipo pero jamás acabas hablando con quien realmente esperas.

A todos nos ocurre que en ocasiones tenemos problemas y necesitamos ser guiados y preguntar por qué es lo que va a ocurrir. Y por ello es importante recurrir siempre a la misma vidente de confianza que pueda aclarar un poco y arrojar algo de luz sobre la situación. De ahí que sea tan importante que una buena profesional sea fácil de localizar. Que sepas cuál es el horario en el que puede estar disponible y el teléfono al que llamar, etc.

Una buena vidente te escuchará y te dirá lo que ve sabiendo un poco guiarte sobre el camino que puede ser más adecuado tomar y aliviando un poco la angustia que la incertidumbre del momento pueda provocar al cliente.