90 segundos para buscar refugio, meterse en una habitación blindada en mitad de la noche, salir corriendo de un restaurante o que un autobús explote por los aires. Así han sido las últimas semanas de Gerard Autet en Tel Aviv. El ex jugador del Xerez ha vuelto a España, dejando en Israel su trabajo como segundo entrenador del Maccabi, “pero más tranquilo”.
Su familia regresó hace una semana a Barcelona, escapando de una realidad “intranquila, con momentos de pánico” de la que el propio Gerard ha huido. El ya exfutbolista regresó el domingo a Barcelona y de momento no se ha puesto fecha para regresar: “Ahora es momento de tranquilizarse, reflexionar y pensar”.
“Es una situación rara. Llevábamos ocho o nueve días de intranquilidad por todo el conflicto y la verdad es que no ha sido agradable ni para la familia ni para nadie vivir esto”, reconocía el exazulino al programa El Larguero de la Cadena Ser, confesando que fue el atentado en Tel Aviv, en el que hubo casi una veintena de heridos, lo que desencadenó su regreso a España. “A raíz del atentado del autobús, que me cogió cerca de donde vivía, decidí hablar con el club y la verdad es que me han dado un trato exquisito y ahora estoy en casa con la familia pensando qué hacer. Tanto el club como Óscar (García, entrenador del Maccabi Tel Aviv) me han dado un trato exquisito y ahora estoy en casa esperando que la tregua tenga efecto y volver”.
Nerviosismo, pánico…
El exjugador del Xerez relata que “cuando empezaron a sonar las sirenas en la ciudad se vivieron momentos de nerviosismo con cierto pánico, y a la hora de protegerse, el tener que meterse en zonas blindadas es algo dificil de digerir”, algo que alteró también su día a día en el trabajo: “Tampoco estaba al cien por cien porque tenía la cabeza en otro sitio. No estaba bien y se lo comenté al club”.
Y no es de extrañar. La primera señal de alarma le cogió a Gerard entrenando y tuvo que salir corriendo al vestuario, aunque el catalán reconoce que no es miedo lo que se palpa en la calle, sino intranquilidad: “El día a día era normalidad, porque sensación de miedo por la calle no palpas, pero el problema es la inseguridad cuando suenan uno o dos sirenas al día y dónde te metes. En la casa hay una habitación blindada que es para eso cuando suena una sirena, pero cuando vas por la calle qué haces”. Para ello existe un protocolo de actuación, que el propio Gerard ha tenido que aplicar al pie de la letra: “Tienes 90 segundos desde que suena la sirena hasta que se dé el impacto, es el tiempo para protegerse y te aconsejan los sitios. Una vez nos cogió una sirena comiendo en un restaurante y todos nos pusimos a correr para abajo a esperar a que paren las sirenas”.
“Si vas con el coche tienes que pararte, bajar y sentarte junto al vehículo con las manos en la cabeza”, prosigue el exazulino, quien lo tuvo claro el día del atentado, que tuvo lugar muy cerca de su vivienda: “Son cosas que no son normales, pero es lo que toca vivir allí y lo asumes, pero el día del atentado me cogió más cerca, me puso a pensar, fui padre hace diez meses y eso es lo que importa”.