Son muchos los males que tiene el Xerez Club Deportivo. Problemas en todos los frentes que hacen dejar al descubierto la debilidad actual por la que atraviesa la entidad azulina. No quiero aburrir con el asunto institucional, porque con tantas deudas, el pago inminente a Hacienda que hay que realizar, entre otras cosas, o la nómina impagada a los futbolistas, el tema se podría alargar.

En lo deportivo tampoco es que vayamos sobrados. Los últimos resultados, acabar la primera vuelta a sólo dos puntos del descenso y una imagen ofrecida hasta el momento dentro del campo que deja mucho que desear enfada ya no solo a los aficionados, también al propio Esteban Vigo. ¿Qué le pasa al equipo que no funciona de la mano de un entrenador que logró la gloria para este club? ¿Plantilla corta y de poca calidad? ¿Falta compromiso? Seguramente son muchas las preguntas que se harán los aficionados, pero lo que está claro es que muchos de los jugadores no están a la altura. La última prueba la del sevillano Israel. Ejemplo de irregularidad total en el campo, ha pasado en muchas ocasiones de titular al banquillo y de jugar a la grada. Ante el Barcelona B no viajó y su mensaje vía Twitter nada más encajar su equipo una nueva derrota es, cuanto menos, una falta de compromiso y apoyo a sus compañeros total. “Cacho galgo tenemos mi compadre y yo oleeee si sk va en moto jajajaja”.

Este mensaje ha encendido los ánimos de muchos xerecistas, que no entienden la falta de preocupación de una plantilla que no está dando la cara. Semanas antes, y por segunda vez, era Adrián Ruiz el que hacía unos comentarios desafortunados en esta misma red social. Jugadores que precisamente están dando un nivel muy por debajo de lo esperado, circunstancia que se podría trasladar a otros muchos. La excepción, como viene pasando en las últimas campañas para los más veteranos, que tratan de tirar del carro como sea con Jesús Mendoza a la cabeza, José Mari o Bruno Herrero.

Una reflexión que se debería hacer en el vestuario y que debe cambiar de cara a la segunda vuelta. El equipo no transmite, no hay comunión de los futbolistas con la grada y el compromiso y la motivación dentro del campo brilla por su ausencia. Esteban Vigo debe volver a aparecer como ese buen psicólogo que siempre ha sido en el vestuario azulino y alejar unos fantasmas que a más de uno le hacen pensar en Segunda B. Estamos a tiempo de cambiar, pero lo primero es recuperar el compromiso de todos. Y es que, tal y como decía hace unos días el entrenador malagueño, “no es normal” que el equipo no gane. Ya son nueve jornadas consecutivas sin conocer la victoria. Demasiado para un equipo que aspiraba a mucho y que ahora luchará por la permanencia. Como muestra los 21 partidos jugados con 22 puntos, cinco encuentros ganados, siete empatados y nueve perdidos. 22 goles a favor y 33 en contra. Eso, ¿falta de compromiso?