El pasado día 1 de marzo, nació en  el Zoobotánico de Jerez una cría de oryx de Arabia que, por su historia, es una de las especies más emblemáticas para los zoos. La cría, que está siendo atendida por sus padres, ya puede ser disfrutada por los visitantes. Cabe recordar que el de Jerez es el único zoo que participa en el Programa Europeo de Cría en Cautividad de esta especie (EEP). Aquí se reprodujo por primera vez en nuestro país en 1999, siendo esta la segunda cría nacida en España de esta amenazada especie.

Su área de distribución original abarcaba toda la Península Arábiga y el Sinaí, pero, tras la Primera Guerra Mundial, su número descendió notablemente, siendo objeto de una caza abusiva efectuada incluso desde aviones. A principios de los años setenta, se extinguió por completo en estado salvaje, siendo preservado en zoológicos y reservas privadas, lo que ha permitido que sea reintroducido de nuevo en Arabia y Omán a partir de la década de los ochenta. Actualmente hay varios rebaños en libertad y, se continúa con varios programas internacionales de cría en cautividad que coordinan sus esfuerzos.

UN ANIMAL LEGENDARIO

Vive, precisamente, en regiones desérticas donde las condiciones de existencia son extremadamente difíciles, incluso para las caravanas de dromedarios de los beduinos, los únicos que a veces se atreven a penetrar en tales regiones como por ejemplo la del desierto de Nefud, que se hizo famoso en todo el mundo gracias al célebre Lawrence de Arabia. En esa estufa al rojo vivo donde el sol abrasa el oryx blanco puede vivir incluso varios meses sin probar gota de agua alguna. Se le atribuyan poderes mágicos y en torno a esto antiguamente había muchas leyendas.

Estas leyendas hicieron que desde 1945, las agrupaciones de caza organizadas por los jeques del petróleo y por las grandes compañías petrolíferas internacionales, con vehículos especiales todo terreno y helicópteros, intentaran penetrar en los últimos refugios de estos animales  para poder hacerse con los poderes mágicos que se le atribuían al bello oryx blanco. La consecuencia de esto es que en 1959 solo quedaban con vida ochenta de animales en libertad. ¡Y el año siguiente una sola expedición de caza mató cuarenta y ocho de ellos!

Puesto que en Arabia nada se pensaba hacer para proteger al oryx, hubo que recurrir a un método poco corriente para ello el comandante Grimwood recibió el encargo de la Sociedad para la Protección del reina animal de Londres de organizar una expedición  motorizada con la cual debía adentrarse en el desierto para capturar alguno de los 32 óryxes que todavía sobrevivían. La intención final era comenzar su crianza en zoológicos y evitar de ese modo, la extinción de una especie gravemente amenazada. El 29 de abril de 1962, cuando la expedición salvadora quiso penetrar en el desierto recibieron la noticia de que cazadores motorizados habían matado a 16 óryxes y continuaban la búsqueda de los restantes. ¿Quién daría primero con ellos los asesinos o los salvadores?

Al cabo de cuatro días sonó la radio en el coche del comandante. Uno de los vehículos de reconocimiento había descubierto un oryx blanco en el desierto. De inmediato comenzó la persecución. Los vehículos se abrían paso en la arena con mucha dificultad. A las treinta y seis horas de marcha estalló una tormenta de arena y borró las huellas del animal. En ese momento recibieron la noticia por radio de que los bárbaros cazadores habían dado muerte a otros cinco mas sólo quedaban once con vida. Pasaron otros tres días de inútil búsqueda. De  repente, ante la sorpresa y la incredulidad un oryx se alzó de la arena, apenas a 200 metros de distancia. Cuando fue capturado, Grimwood pudo observar que tenía una reciente herida producida por arma de fuego. Poco después murió el animal, completamente agotado. Quedaban solo diez animales vivos. Finalmente, al cabo de una semana pudieron capturar una pareja joven y al día siguiente un macho más.