En realidad era una muerte anunciada. Desde que tengo uso de razón, o más bien desde aquél primer certamen que se celebró en Chapín, 6 grupos 6 era un proyecto con fecha de caducidad, porque un proyecto cuyo nombre evoca tales referencias taurinas al final tenía que acabar del mismo modo que los nobles animales, con una estocada en la nuca.
6 grupos 6 nunca valió un duro, me explico: su valor estaba lejos de los premios que obtuvimos aquellas bandas que alguna vez fuimos elegidos como ganadores.
¿Alguien con un mínimo de conocimiento de la escena, de la industria, o simplemente con un mínimo de sentido común esperó grandes cosas de esos centenares de cedes fabricados que acumulaban polvo en algún depósito municipal?
¿Alguien sacó algo positivo de los acuerdos con esas diabólicas editoriales de nombre multinacional? ¿Qué se les había perdido en una bonita ciudad de provincias?
Miento, tocar en la fiesta de apertura de algún festival importante que se solía celebrar en nuestra ciudad sí estuvo bien. También que te dieran un cheque con X dinero a canjear en alguna tienda de instrumentos de la zona. Eso también estuvo bien.
Pero, por encima de todo, el valor de 6 grupos 6 estaba en otro plano, nunca en ese tipo de premios.
El mayor premio era el simple hecho de tocar, aunque fuera una vez al año, con un equipo decente, en un local decente, delante de algo de público. Era una celebración comprobar como año tras año el nivel de las bandas iba subiendo, bien fueran bandas que se disolvían y se reencontraban sus músicos en una mezcla continua de proyectos y de nuevas ideas, bien fueran bandas pésimas que no tenían ningún pudor en subirse a un escenario porque al fin y al cabo para eso servía. Todo eso valía muchísimo.
Pero seamos autocríticos, antes que nada. Es cierto que los últimos certámenes habían sido más flojos en cuanto a la asistencia de público, y, sobre todo, es cierto que las bandas no podemos acomodarnos a lo poco o mucho que hagan las instituciones por la música, y por eso siempre nos hemos buscado la vida para hacer conciertos, a pesar de que a las salas lo tienen crudo con las licencias, a pesar de la poca aceptación y conocimiento con respecto a la música en directo que impera en el día a día de los empresarios de la noche, de los bedeles consistoriales y en general, aceptémoslo, de la mayoría de la población de la Baja Andalucía.
Dicho esto, y aceptando que siempre nos quedará el Hazlo Tú Mismo, y que con certeza encontraremos maneras de hacer nuestros conciertos y de que de alguna u otra manera el público – si es que todavía existe este ente, al menos en la forma que se concebía no hace tantos años – pueda seguir asistiendo a conciertos en la ciudad, es el momento de alzar la voz no solo por la muerte, o si la concejala quiere corregirme, por el estado catalítico del certamen anual, sino por lo que es mucho más doloroso, la agonía de la cultura en nuestra tierra.
La punta del iceberg quizá sea la suspensión temporal de 6 grupos 6 y del Festival de Cortometrajes, pero seamos serios, ¿toda esta gente que trabaja por la cultura y la juventud en nuestra ciudad, qué idea de juventud y de cultura tienen? Me refiero a cuál es el sentido que le dan a sus trabajos, que al fin y al cabo pagan sus conciudadanos. Me gustaría entrevistarme con todos y cada uno de ellos, incluso si tengo el placer de conocer a muchos de ellos, para que me contaran cuál fue el n que justificar ese trabajo. Y trabajar para tus conciudadanos es acercarte a ellos, y siempre disponerpara que me contaran cuv último libro que se leyeron, cuál fue el último concierto al que asistieron, y cuál fue la última película que vieron.
Porque a fin de cuentas, si ellos trabajan para sus conciudadanos, tendrán que justificar ese trabajo. Y trabajar para tus conciudadanos es acercarte a ellos, y siempre hacer disponer los recursos de un Ayuntamiento, sean mayores o menores, más o menos libres de la coyuntura que contrae nuestra economía para que la gente con menos recursos pueda ofrecer a la ciudad todo lo que puede hacer por ésta. Una delegación de Juventud, una delegación de Cultura, como yo la entiendo, tiene que ser un catalizador, un punto de encuentro de personas que tienen ideas y proyectos interesantes para dinamizar la vida cultural y juvenil de una ciudad.
Pero, ¿saben lo mejor? Que no mucho tiempo atrás, esto ha sido así en nuestra ciudad.
Se complacerán ustedes en afirmar que no vale citar esto, toda vez que la crisis económica irrumpe en nuestras vidas y ejerce de cascarón de huevo, o sea, de excusa.
Déjenme que les explique que no. La historia consistía en que, sin citar nombres, había ciertas personas que estaban dispuestas a hacer, y sobre todo a escuchar lo que teníamos que decir aquellos que teníamos inquietudes culturales. Nosotros gestionábamos todo lo relativo a los conciertos, desde las barras, la seguridad, el sonido, la contratación y el alojamiento de las bandas (muchas de ellas internacionales), la promoción, la cartelería. Os aseguro que para el Ayuntamiento era gasto cero. Ellos simplemente nos cedían un local, un espacio, que es todo lo que necesitábamos. ¿Cuál era nuestra ética? Lo hacíamos por la causa, sin ánimo de lucro, porque queríamos disfrutar de bandas extranjeras en nuestra ciudad, porque queríamos aprender a gestionar culturalmente nuestra ciudad.
Después de extas experiencias se hicieron grandes proyectos en ese sentido por parte del Ayuntamiento. Se construyó la nueva Casa de la Juventud, y la nueva Sala Paúl. Todo se proyectó, en un principio, según una serie de consultas a las personas que habíamos estado colaborando más estrechamente con el Área de Juventud en esa época, y en ese momento llegaron las elecciones, y por una u otra razón, el equipo técnico con el que trabajábamos, cambió de manos… Y de pensamiento.
Lo que vino detrás ya lo conocen. Se inauguró la nueva sala con grandes adalides de la cultura de este país, con foto con el político de turno y bandas de la talla de Modestia Aparte. GAS Drummers, mi banda, tiene el dudoso honor de haber dado nombre a uno de los varios locales de ensayo que allí se encuentran, que nunca han servido para otra cosa que de meros almacenes trasteros, igual que el que lleva el nombre de Modestia Aparte o el que se llama Antonio Orozco.
Que no nos engañen, porque la excusa oficial de suspender los dos certámenes por cuestiones económicas es simplemente una burla más. Todos sabemos qué colectivos de la biosfera jerezana están exentos de recortes y de suspensiones. No considerar la cultura, en su más amplio sentido, como motor económico de una ciudad dice muchísimo de los políticos que nos representan. La falta de voluntad de los políticos, técnicos, bedeles y demás actores de la corporación municipal dice mucho más ellos que la propia falta de recursos económicos de la ciudad, que es una realidad aplastante. Lo más grave, amigos, es que deja al descubierto una realidad escalofriante ante todos nosotros, su falta de ideas.
Y así, desde la distancia, lo siente un tipo que ha sido público, concursante, ganador, organizador, técnico de sonido, jurado, detractor y amante de ese certamen (en este orden), y que por suerte o por desgracia ha podido viajar por medio mundo tocando rock con una banda formada por chicos normales y corrientes de Jerez.
Y, créanme, en Canadá, en Alemania, en Reino Unido o en Francia más de uno ha buscado Jerez en el mapa después de vernos tocar.
DANI LLAMAS, cantante de GAS DRUMMERS