Mezclar fútbol y política no ha sido habitualmente una buena idea. De sobra es sabido que el fenómeno futbolísitico ha servido para que minorías oprimidas ideológicamente tomaran voz a costa del deporte rey. En Inglatera la corriente ‘Hooligan’ tuvo en sus inicios unas bases más políticas que deportivas, y así podríamos viajar desde España hasta Italia, pasando por Grecia o Rusia. Leer noticia completa