El programa didáctico ‘La pieza del mes’ organizado por el Museo Arqueológico y la Asociación de Amigos del Museo continuará este sábado, 25 de abril, a las 12,30 horas, en la sala Šarīš Šiḏūna del Museo. La entrada a la actividad es gratuita. En esta ocasión, el profesor de Arqueología y doctor en Historia, por la Universidad de Sevilla, Eduardo Ferrer Albelda, explicará los detalles de ‘La máscara púnica de Trebujena’.
Eduardo Ferrer Albelda explicará que se trata de una máscara, en barro cocido, con apertura en los ojos y en la boca. Muestra una expresión gesticulante, con las cejas enarcadas, ojos grandes y boca abierta, haciendo mueca. Parece una obra realizada a mano, en la que se mantienen las características esenciales del grupo definido como “grotesco-gesticulante”.
En la cultura griega, las máscaras estaban vinculadas a las representaciones teatrales que, como se sabe, tenían un origen religioso en el culto a Dionisos a partir del siglo VI a.C. Los actores griegos utilizaban máscaras o, en su defecto, ocultaban su rostro con barro o azafrán, con el objetivo de disfrazarse con elementos nuevos, no comunes, y separar de la realidad cotidiana al que la portaba, aunque mimetizándolo con ella.
Con el tiempo, las representaciones dejaron de tener esa impronta religiosa y la máscara servía para transformar al actor –siempre un hombre– en un personaje, por lo que había rostros de viejos, jóvenes, mujeres, etc.
Eran originariamente de lino, solían poseer unas enormes dimensiones para hacerlas más visibles al público, y se les reconoce su capacidad para hacer resonar la voz, dándole más cuerpo, profundidad y alcance. Se utilizaban en las tragedias, las comedias y los dramas satíricos, y permitían al actor interpretar varios personajes.