Es la palabra más repetida en los últimos días en las carnicerías, papelerías y gasolineras de toda la ciudad: el IVA. La temida subida anunciada por el Gobierno central lleva ya en vigor unos días y la medida ha vuelto a hacer crujir los bolsillos de consumidores y comerciantes.
La mayoría de los pequeños negocios a los que les ha afectado la normativa desde el 1 de septiembre han optado por asumir los nuevos costes y echarse a la espalda más trabajo para poder llevar el mismo sueldo a casa. Así, la subida no repercute directamente en el consumidor y confían en mantener su clientela frente a la competencia. Es la decisión que ha tomado, por ejemplo, Abraham Garrido, de la carnicería situada en el puesto 50 de la plaza de Abastos: “Mantenemos los precios, ganaremos menos y recortaremos en nuestros hogares”, asegura. En el caso de las carnes, pescados y otros alimentos no considerados de primera necesidad el impuesto ha subido del 8 al 10%. “No solo el IVA perjudica las ventas sino la situación económica nacional”, puntualiza. Un ejemplo: la pieza de carne que compra Abraham a su proveedor es 12 euros más cara ahora que en agosto. En el surtido mostrador de su carnicería, el kilo de ternera de primera calidad vale lo mismo la semana pasada que ésta: 10,95 euros.
La subida del 2% de ciertos productos de alimentación es leve comparada con la de otros servicios, como los culturales o los de peluquería y estética. “Ha pasado del 8 al 21%”, asegura desde su establecimiento de la calle Caballeros Pedro Vázquez, mientras termina de definir el peinado de un cliente con su tijera. “Están explotando a los autónomos. No puedo subir los precios al cliente, lo voy a asumir yo hasta diciembre y ya veré después”.
Las consecuencias, más adelante
La mayoría de los comerciantes coinciden al señalar que no se ha informado bien a los consumidores y que se les ha asustado en exceso. Si se trata de productos no perecederos, como zapatos o ropa, gran parte de la mercancía que ahora se expone en las tiendas ya estaba comprada desde hace meses y, por tanto, con el IVA anterior. Los precios deberían ser los mismos el 31 de agosto que el 1 de septiembre. Por eso creen que la gran repercusión de la nueva normativa no llegará hasta dentro de unos meses, cuando se pongan a la venta las partidas que el comerciante ha comprado a partir del día 1.
El problema, no obstante, no se ciñe solo al IVA de cada uno de los productos concretos sino que influyen otras muchas circunstancias. A todos les afecta, principalmente, la subida de la gasolina puesto que se encarece el transporte. En la gasolinera Las Delicias, Nicolás Jerez, asegura que el 31 de agosto tuvieron más del triple de clientes que cualquier otra jornada, con el objetivo de evitar la subida del 18 al 21% del combustible aunque fuera por unos pocos días. “Ahora preguntan cuánto es la subida aunque Repsol solo ha incrementado la mitad del IVA”, explica.
Mientras que la resignación se hace hueco entre los propietarios de los pequeños negocios, la indignación crece entre los consumidores, que miran el céntimo incluso más que antes. Su solución es sencilla: “Que los ministros se rebajen el sueldo”, dice.