Ella es la Patrona de la ciudad, la primera imagen mariana de Jerez de la Frontera, y ayer quedó demostrado, una vez más, cuando la Basílica de la Merced abrió sus puertas a primera hora de la mañana. Jerez se entregó a Ella… Y Ella, fue repartiendo sus mercedes a todos los que, pausadamente, se acercaban a besarla tras su manto, interrumpiendo misas, plegarias y oraciones, y lo que hiciera falta, sólo por estar cerca de su mirada.
Jerez envolvió a la Merced con el aroma de los días grandes, con la magia que sólo Jerez puede crear. Curioso, cuando apenas hace un año, el comentario general era justo el contrario en la procesión extraordinaria de la patrona… Curioso que ahora, justo ahora, cuando más tiembla la sociedad ante los problemas, cuando más necesidades sociales existen, cuando la desconfianza y el desánimo pueblan los rincones de esta vieja ciudad… Justo ahora, Jerez crea ese embrujo que eleva a la patrona al mismo cielo desde el que bajó para quedarse en los muros de la fraternidad mercedaria.
Todo comenzó por la mañana, cuando a las 11.00 horas, Mazuelos y García-Pelayo presidieron, religiosa y civilmente respectivamente, la pontifical en honor de la patrona de la ciudad. La alcaldesa renovó el voto de la ciudad con la Merced, afirmando que “Jerez quiere darle las gracias a los mercedarios porque han sabido entregarse a una misión que empieza en los cielos y que termina rodilla en tierra, transmitiendo la devoción con las puertas de este templo siempre abiertas”. García-Pelayo, en un discurso cercano con los devotos que abarrotaban la Basílica, continuó afirmando que “contigo, en este mes de vendimias y bodegas, exportamos al mundo la devoción a nuestra madre, igual que se derrama el primer mosto”. La alcaldesa, sin concretar ninguno de los problemas que actualmente azotan a la sociedad, quiso animar a la ciudadanía transmitiendo “fuerzas, esperanzas y empuje ante las dificultades”, pidiendo “luz para iluminar el camino y para velar nuestros pasos”.
El prelado, por su parte, invitó a todos los jerezanos a “ser mercedarios. A todos se nos invita a ser mercedarios en el mundo de hoy para proceder a la nueva evangelización”. El obispo quiso destacar la devoción con la que Jerez entrega sus oraciones ante la morena de la Merced, aunque imploró a la Virgen que aumente la fe de su pueblo, una petición casi obligatoria ya que la Iglesia comienza a celebrar en octubre el Año de la Fe.
Y tras la eucaristía, o mejor dicho, las múltiples eucaristías que tuvieron lugar en su festividad a los pies de la patrona, con la celebración especial y tradicional de los costaleros en la misa de una de la tarde, llegó la procesión solemne con la Merced. Todo estaba dispuesto por la Basílica, con la imagen engalanada en nardos, con mantilla blanca sobre el manto gracias a la pericia de su vestidor, José Carlos Gutiérrez, y con Martín Gómez al frente de los costaleros de la Merced. Y Jerez, fuera, esperando ansioso, llenaba la calle Merced como pocas veces se había visto a finales de septiembre. La primera llamá, como ya es tradicional, la dio el obispo diocesano, pero la sorpresa llegó en la segunda, cuando Gómez Moreno llamó a una de las devotas que acompañaban a la Merced tras su manto. Ana María Salas, felizmente recuperada de su enfermedad, emocionada cogió el martillo de la Merced y llamó a la primera devoción de la ciudad, en un simbolismo cargado de emoción y contenido, un gesto que habla de superación, de entrega, de fuerza y de amor a María Santísima, en la advocación de la Merced.
La comitiva salió a las seis y media de la tarde, y media hora después lo hizo la Patrona, a tierra, por la puerta de la Basílica que lleva su nombre. La calle Merced lucía espléndida gracias al trabajo de vecinos y hermandades, que habían llenado de alfombras de colores y colgaduras al paso de la Patrona. Y si a todo esto le sumamos la participación de la Banda Municipal de Música, al fin, tras la Merced, cerca de Ella, los sentidos iban poco a poco embriagándose de Merced. Pero no hay que destacar solo la cercanía… Ayer, la Municipal de Música demostró una vez más que Jerez tiene su banda, y que además, es buena banda. Afinada, con un repertorio netamente jerezano y clásico, y con ganas de tocar, la Municipal de Música demostró que vive un momento lúcido, rotundo y vibrante, y que los años de ostracismo de esta formación musical parecen haber quedado en el olvido.
Algo más lento de lo habitual transcurrió la procesión, que tuvo momento brillantes no sólo en la calle Merced, sino en el saludo con la Soledad, o en su paso por Tornería y San Marcos. Francos como siempre fue uno de los momentos cumbres del recorrido antes de llegar hasta Santiago, donde la muchedumbre todavía acompañaba a su patrona pese a que el reloj pasaba de las diez de la noche. Allí se vivieron los últimos instantes de emoción, gracias al ofrecimiento de la Agrupación Musical San Juan, acompañada por componentes de muchas bandas no sólo de la ciudad, sino de la región, y al magnífico fervorín de Susana Merino, que con cercanía y calidez aglutinó en un romance las esencias de la patrona de la ciudad, a la par que imploró a la Patrona que cuide de su pueblo.
Una procesión con aromas de extraordinaria, pero que no lo es. Porque lo único extraordinario es Ella, la Virgen de la Merced, patrona de los jerezanos, que ayer, regaló sus mercedes en cada esquina de esta ciudad centenaria…