La tarde de ayer se llenó con los colores y perfumes propios de la Semana Mayor, gracias a una procesión que va consolidándose entre las procesiones de gloria de la ciudad. No en vano, la del Beaterio es la que abre el ciclo de procesiones de la advocación, que tendrán una continuidad en próximas fechas con imágenes como el Rosario de la Yedra o de los Montañeses, por citar solo dos ejemplos. La salida procesional de la imagen fue de nuevo un ejemplo de que cuando las cosas se hacen con gusto, resultan elegantes a los sentidos, congregando público y devotos en torno a las imágenes devocionales.
Con una cuadrilla consolidada gracias al trabajo de Alberto Millán, y un recorrido estudiado que, sin apartarse del centro aseguraba la presencia de público, el horario escogido también ayudó a que en ningún momento la corporación se viera sola por las calles del casco histórico. Si le añadimos la banda, tocando un repertorio alegre y variado, y con su ya tradicional buen hacer, todos los elementos posibles se conjuntaron ayer para que la procesión fuera lo que fue, un éxito rotundo que consolida a las hermanas del Beaterio y a sus alumnos a seguir trabajando en la misma dirección.