Terminó la romería, y lo hizo como comenzó, de forma elegante, sentida, algo alejada de aquellas manifestaciones tumultuosas de hace ya algún tiempo, pero igualmente vibrante, rotunda y emocionante. Terminó la romería con la llegada del Simpecado de la hermandad del Rocío de Jerez hasta el templo de Santo Domingo, envuelta en una última jornada absolutamente agotadora para todos los que participaron en la caravana que acompaña a la Virgen por las arenas del Coto de Doñana.

Fue sobre las siete y media de la tarde cuando la hermandad comenzó a entrar en Jerez, visitando poco después el Sanatorio San Juan Grande. Y de ahí, la comitiva fue recibiendo los avemarías de muchas hermandades de penitencia que quisieron acercarse hasta el paso de la hermandad por las calles de Jerez. Así lo hicieron las hermandades por las que discurría el transitar de los romeros, como el Prendimiento, la Soledad, el Transporte o la Estrella, pero también otras que quisieron participar de la fiesta, como los Judíos de San Mateo, la Buena Muerte o la Fraternidad Mercedaria de la Virgen de la Cabeza.

Quería la hermandad entrar en Jerez de día, y lo consiguió, ya que, salvo la entrada del simpecado en Santo Domingo, todo ocurrió con la baja luz de la tarde recortada en los perfiles de un Jerez centenario que inundó la calle Merced esperando el encuentro con la Patrona. Pocos metros antes, sevillanas y petalás a cargo de la peña ‘El Viejo Simpecado’, y con rápido paso la hermandad bajó la calle Muro al encuentro de la calle Porvera.

Aunque la caballería fue menor que en otras ocasiones, la hermandad enamoró a la Porvera, y con la salve final, entonada por todos los romeros que colapsaron el templo dominico, terminó la romería de 2013, una romería que ya es recuerdo, y que comienza a soñar con la cita del próximo 19 de agosto, cuando se conmemore el bicentenario del Rocío Chico y el Año Jubilar Rociero con la salida extraordinaria de la patrona de Almonte por las calles de la Aldea.