A las ocho de la mañana comenzó una jornada histórica para la hermandad de los Judíos de San Mateo. 300 años depués, la Virgen del Desconsuelo ha recibido la medalla de oro de la ciudad. Tres siglos después de su llegada, Jerez ha tenido toda una mañana para devolver cuantas mercedes, cuantos favores haya concedido la dolorosa a nuestra ciudad. Todo ha empezado a las siete de la mañana con la eucaristía que abrió la jornada en la iglesia de San Mateo, para una hora después, y en silencio, cuando el alba todavía no había roto la noche, se haga realidad el fantástico palio de Rodríguez Ojeda, con la bella talla del Desconsuelo cobijada entre sus varales.

En rosario de la aurora partió hacia la Merced, donde llegó una hora después, lugar donde se incorporaron todas las representaciones, así como el acompañamiento musical a cargo de la Oliva de Salteras, que ya vino hace escasas fechas a Jerez acompañando a la Esperanza de la Yedra con motivo de su coronación canónica. El cortejo fue hasta ese momento con cirios encendidos y atributos, sin insignias, y llegó hasta la Basílica mercedaria por la Ronda del Caracol. A las nueve y cinco, y tras el canto de las letanías del rosario, y el saludo a las hermandades que allí residen, comenzó la procesión ya festiva por Ancha y Porvera, para llegar dos horas después a Santo Domingo. Ya en ese tramo fue abriendo el cortejo la agrupación musical de la Sentencia, la que toca tras el misterio de los Judíos el Martes Santo.

Tras el saludo a las hermandades que residen en Santo Domingo, y el rezo del Ángelus en la Alameda de Cristina, se dispuso la lectura del acta del Pleno Extraordinario, celebrado el sábado día 12 de octubre en el Cabildo Viejo, con la concesión de la Medalla de Oro de la Ciudad de Jerez a la Virgen del Desconsuelo, por los 300 años de su bendición. Estuvo a cargo del concejal-instructor, José Galvín. Tras la imposición de la medalla por parte de la alcaldesa, a las doce del mediodía, se despidieron los invitados, y el cortejo partió por Tornería y Carpintería Baja para buscar la iglesia de San Lucas, donde se recuerda la figura del que fuera hermano mayor de las Tres Caídas, Francisco Bazán y una vez finalizado el acto, que tuvo lugar sobre las dos y media de la tarde, la dolorosa se dirigió por calle Cabezas hasta San Mateo.

Una procesión, por tanto, histórica, llena de matices que nos han permitido descubrir, una vez más, la rotundidad y el empaque de una de esas dolorosas que estarán siempre en la cima de la Semana Mayor jerezana. Sale hoy el Desconsuelo, a celebrar los 300 años de presencia real de su dolorosa entre nuestros muros centenarios. Sale hoy los Judíos. La hermandad de San Mateo.