Es tiempo de hacer balance, de organizar nuestras ideas tras las primeras igualás… y por supuesto es tiempo también de agradecer a todos lo vivido, lo aportado hasta este momento.
Satisfacción es lo que puedo decir que siento al saberme respaldado no sólo por las cofradías que decidieron depositar su confianza en mí y en mi equipo. También siento satisfacción al ver la gran cantidad de hombres que han confiado en todos nosotros para trabajar juntos en cada proyecto que comenzamos en esta más que inminente cuaresma. De hecho, nosotros adelantamos las vísperas de la Semana Santa en muchas semanas, como tantos otros capataces y costaleros, dado el trasiego generado en las hermandades y la ilusión que la que ya vivimos la Semana de Pasión.
Todo comenzó el pasado nueve de enero en San Miguel citando a los costaleros de María Santísima de la Encarnación. Allí vimos de nuevo recompensado el trabajo hecho en estos años, recibiendo la confianza de esta nueva junta de gobierno, y pudimos comprobar que el espíritu de esa cuadrilla sigue intacto, exactamente el mismo que pudimos percibir el primer día que llegamos. Esa ilusión, esas ganas por aprender, el alma de esa cuadrilla sigue viva y creciendo. Cuadrilla doblada, y con gente esperando en el cuadrante… Gracias de corazón a todos.
El 16 de enero nos poníamos por primera vez frente al Cristo Traspasado de la Sagrada Lanzada junto con sus costaleros. Queríamos ver la respuesta de los hermanos de la hermandad, de la cuadrilla del año anterior, y nos vimos sorprendidos ya que casi sesenta costaleros del año pasado han querido repetir con nosotros. Eso prueba el buen hacer, y el compromiso del anterior capataz, José Julio Navarro, que nos ha apoyado desde el primer momento que llegamos a la cofradía. Tenemos, por tanto, mucho trabajo por delante para conseguir los objetivos que nos hemos marcado en esta cofradía, a la que quiero devolver con mi entrega y mi trabajo el cariño que hasta la fecha me han demostrado.
El 17 de enero, por fin, estuvimos junto a Nuestra Madre y Señora de la Soledad. No tengo que explicar qué significa para mí esa dolorosa… Nuevamente fueron muchos los hombres que han querido continuar siendo los que, con su caminar, hacen que nuestra Madre derrame dulzura, garbo y elegancia, enamorando a todos a su paso. De nuevo, cuadrilla doblada y de nuevo, mi agradecimiento a la cofradía por su confianza en nosotros. Y quiero agradecer, de manera sincera, los esfuerzos que toda la hermandad hacen cada año para que el paso de palio esté perfecto. Gracias a la mayordomía, por las horas de trabajo, y a tantas otras áreas de la hermandad que han tenido que hacer un esfuerzo extra. Todo, por la Virgen de la Soledad. Seguro que Ella sabrá recompensar cada hora de nuestro esfuerzo con creces.
Los lunes son los días elegidos para ensayar en la Sagrada Mortaja. Comenzamos la semana del 19 de enero con la igualá del paso de misterio al que llegamos el año pasado, y lo hacíamos con la ilusión de renovar cuadrilla, ilusiones, esfuerzo, trabajo y profesionalidad. Gracias a Dios, así fue. Los ochenta hombres elegidos que pondrán en la calle a Cristo amortajado llenaron una casa de hermandad que como siempre, fue un ejemplo de hospitalidad, de cariño y de detalles. Ya hemos mantenido la primera convivencia con la cuadrilla y la hermandad, y estamos a la espera de poder mudar el paso de misterio hasta la iglesia de Capuchinos, para comprobar el solemne caminar de una cofradía que me enamoró el año pasado.
Fue este pasado viernes cuando nos volvimos a encontrar con el Señor del Cáliz. Muchos son los sentimientos encontrados, muchas las vivencias… Especialmente contentos, satisfechos y orgullosos por la llegada de costaleros que hace mucho esperábamos, aunque también algo tristes por aquellos que no pueden estar donde realmente quisieran y seguro merecen, quedándose fuera de la igualá. Esta situación no hace más que darle mucho más valor al lugar que ocupamos en la estación de penitencia del Lunes Santo. Conocemos lo que Jerez espera del Señor de la Sagrada Cena, sabemos de nuestra responsabilidad, y ya hemos comenzado a trabajar para conseguirlo, con los mismos nervios del primer día.
Y por último, el sábado igualamos la cuadrilla de Cristo Rey, la última en igualar, la primera de siempre y para siempre en Semana Santa. Es nuestro objetivo conseguir que la devoción a Cristo Rey siga creciendo, y es algo que comprobamos gracias a la masiva afluencia de costaleros. De nuevo, cuadrilla doblada, y gente sobrante en un cuadrante que año tras año, se nos queda pequeño. Es un lujo pertenecer a esta hermandad y descubrir la ilusión que sólo se puede vivir en el patio de la Escuela de San José.
Es por tanto tiempo de dar las gracias en la seguridad de que vuestra entrega será total. Serán muchos días de duro trabajo para ver culminados nuestros sueños, pero no me cabe la menor duda que este esfuerzo se verá recompensado cuando termine la Semana Santa. Permitidme, además que os haga un ruego personal… Sólo os pido a todos que seáis compresivos con nuestra exigencia en los momentos de trabajo. Sólo queremos el respeto, la honradez y el trabajo bien hecho en cada ensayo, en cada mudá, en cada cita, para que así, la gente vea realmente humanizados a Cristo y a su Bendita Madre. Esa y no otra es nuestra responsabilidad y el pago al privilegio de ser los elegidos para ocupar el sitio que queremos.
Gracias también a aquellos que llegaron y no pudieron ver su sueño cumplido. A todos vosotros, a los que os habéis quedado fuera de cualquiera de las igualás, quiero trasladarle mi cercanía y comprensión. Tengo mucho respeto a este oficio y mucho respeto a los que lo respetan. Ojalá pronto podáis formar parte de esta gran familia, en cualquier de las seis cofradías que actualmente trabajamos en Semana Santa. Sería, sin duda, nuestra mayor satisfacción.
Y cómo no, gracias a todas las hermandades que confían en nosotros y en nuestros hombres para entregarnos el más preciado de sus tesoros, SU DEVOCIÓN. Esa es la carga real que soportamos, el sabernos portadores de la devoción de tantos y tantos hermanos y devotos de la imagen que llevamos sobre nuestros hombros. Prometemos darlo todo, entregarnos por entero en cada chicotá. Recibimos vuestra confianza con la obligación de que cada cofradía, cada hermano y cada devoto sea respetado a través de nuestra labor.
Gracias a todos.