“Voy a entrar en la empresa más grande de este país”. Cuando Esteban Vigo pronunció estas palabras se me vino a la cabeza una frase del escritor uruguayo Eduardo Galeano, que define al futbolista como “un afortunado que se libró de la oficina”. Básicamente esa era la idea, era, ya que la burbuja futbolística estalló hace un par de años y la gallina de los huevos de oro se ha ido acercando desde entonces a la realidad social.
El fútbol se ha vuelto mundano, en parte. Hay más conciencia, pero no deja de vivir en esa élite, al menos profesional. Sin ir más lejos, de los 42 clubes de la LFP, en la pasada Huelga General tan solo Celta de Vigo y Rayo Vallecano secundaron el parón nacional, pero claro, la AFE lo deja claro: “No es un gremio como otro cualquiera”.
Y es que el mundo del fútbol no tiene esos 400 euros de ayuda, pero sí que tiene al sindicato mejos pagado de trabajadores (AFE) y una patronal (LFP) que, aunque siga perdiendo dinero, te asegura un salario a pesar de quedarte en tu casa las 24 horas del día.
Recientemente conocimos casos que llamaron la atención del público en general. Paco Pavón, aquel de “Zidanes y Pavones”, campeón de Champions con el Real Madrid, se quedaba en el paro y decía que por conciencia no iba a pedir la prestación por desempleo.
Esa es la realidad actual del fútbol profesional, la que afecta a la vergüenza propia de un trabajador que lo ha tenido todo y ahora no se atreve a bajar del cielo futbolístico a los infiernos mundanales.
El futbolista profesional no emigra a Alemania a trabajar doce horas al día, el futbolista profesional ficha por un equipo de Segunda División de alguna liga desconocida, como el reciente caso de Ayoze, ex del Sporting y habitual de las categorías inferiores de la selección española y que ha fichado por el New York Cosmos de la segunda norteamericana. El futbolista profesional en desempleo no echa currículums, se va de viaje con la selección de la AFE a China, Polonia o se concentra en Alicante para mostrar que aún sigue valiendo para su profesión, como otro español más, pero sin las mismas posibilidades.
“El gremio del fútbol es diferente”. No le falta razón al presidente del sindicato de futbolistas, pero no todos en ese gremio pueden decir lo mismo abiertamente, y más con la que nos está cayendo. Ese fútbol menos profesional -me niego a llamarlo amateur- no baila al mismo son, la verdad. Hace poco que han caído dos entrenadores que, al contrario que Paco Pavón, sí que tendrán que ir de nuevo a la oficina del SAE, hacer cola y pedir una prestación, en el caso hipotético de haber estado dado de alta. Esa es la actual cara del fútbol en España, la otra, sigue siendo “una mentira constante”, como dijo un conocido futbolista, que seguirá viviendo y disfrutando hasta que el engranaje diga basta.