“Las mejores esencias se guardan en frascos pequeños”. Sea quizás esta, una frase que resuma todo un espectáculo. Una fragancia almibarada, intensa y fresca a la vez, cargada de matices que invitan al recuerdo de cómo y en medida nos llegó a calar. El perfume de un ’foulard’ prestado que te cala aún en sueños. A esto debió oler anoche Villamarta en el transcurso de cada emoción sentida gracias a Olga Pericet. Menuda noche regaló a un teatro entregado en el que las dosis de baile contemporáneo y flamenco se espolvoreaban por el escenario.
Pericet estrenó “Pisadas”, un conceptual espectáculo marcado por estados de vida, estados de ánimo cíclicos que se reencuentran. Sin un pretexto argumental en el que basarse, la secuenciación de coreografías inconexas rellenaban un todo en el que se pudo ver la Olga más flamenca que lleva dentro. Ya no recorre necesariamente el tiempo mostrando unas cualidades geniales para lo contemporáneo sino que se adentra en su ‘yo’ más flamenco. Sin perder a la contorsionista que lleva dentro, las guitarras de Paco Iglesias y Victor Márquez ‘El tomate’ se entendieron y compenetraron para que, cantándose por malagueñas con las 6 cuerdas Olga nos trajera un concepto de lo que puede ser el futuro de la danza. Porque ella ya es el futuro. Y pudimos adivinarlo con el taranto y los tangos posteriores en los que se homenajeó a ella misma, hizo guiños a Carmen Amaya o a Mariquilla.
Juan Carlos Lérida ataviado con una cornamenta que, en solitario, pudo prescindir de ella, evidenció la capacidad que tiene de teatralizar una escena si el guión lo requiere en el garrotin. Correcto en las formas, en el fondo se ancló en el presente próximo del baile del futuro. Esa misma cornamenta sirvió como argumento insoslayable en un paso a dos con la cordobesa, probablemente la mejor estampa de la noche, en representación de la lucha animal y humana. Fascinante.
En el apartado del cante, las voces de Miguel Lavi, Miguel Ortega y Herminia Borja fueron tres metales de voz análogos en los matices y en la estética. La redondez de un guión tan original como el de ‘Pisadas’ se enturbió con una alejada coreografía final que al menos provocó reacciones en el público, como todas las demás coreografías de Pericet. Sin duda, un disfrute para los sentidos.