Sorbos de Jerez en pleno corazón de Madrid. Ahora es más posible que nunca. El tramo de capital comprendido entre el conocido como barrio de Las Letras (Huertas) y la Puerta del Sol se ha puesto de moda de un tiempo a esta parte entre los cada vez más numerosos amantes de las tapas y los buenos vinos. Y entre la amplia oferta existente, lo jerezano adquiere cada vez mayor protagonismo. Está bien visto, es garantía de éxito y, por lo tanto, tampoco debe sorprender que proliferen los bares y restaurantes que usen los productos más emblemáticos de esta ciudad como gancho.
REPORTEROS JEREZ ha podido comprobarlo sobre el terreno. La moda por lo jerezano va mucho más allá del emblemático cartel de Tío Pepe en la Puerta del Sol, cuyo regreso, aunque todavía no se haya producido, deberá ser una realidad antes de esta próxima Navidad. Y no se limita a cartas con vinos del Marco. Llega, incluso, a materializarse en establecimientos en los que Jerez constituye la esencia de su oferta. La Venencia, en la calle Echegaray, y la taberna Volapié, en la calle Prado, s0on dos buenos ejemplos, en ambos casos, además, muy cerca de la emblemática plaza Santa Ana.
De singular podría calificarse el caso de La Venencia. Nada Más entrar se respira aire cien por cien jerezano. Se trata de un establecimiento peculiar donde los haya. Solo sirven vinos del Marco de Jerez, algunas chacinas y boquerones. Nada de cerveza. Ni refrescos. Nada más que lo reseñado. El local mantiene la esencia de un típico tabanco. Hace, de hecho, al menos 80 años que no se ha retocado ni su diseño ni su decoración, en las que unas viejas paredes están decoradas con antiguos carteles de la Fiesta de la Vendimia, viejas fotos y un teléfono cuya antigüedad debe superar, de largo, el medio siglo.
En La Venencia, incluso, las cuentas se entregan escritas a tiza sobre el mismo mostrador. Y bajo la atenta mirada de un perro que, medio adormilado, permanece atado bajo la zona de los toneles con los distintos vinos que se ofrecen: oloroso, finos, manzanilla…
En La Venencia todo sabe a viejo, a un añejo que no provoca repulsa. Todo lo contrario. Forma parte de su encanto. Sus propietarios, los hermanos Criado, lo adquirieron hace años y han sabido mantener la esencia del sitio pese a sus ‘rarezas‘. No les gusta, por ejemplo, que se hagan fotos ni que les saquen en las guías turísticas, algo que muchos no entienden, pero que, sin lugar a dudas, ha contribuido a alimentar la leyenda de La Venencia.
Lo del Volpaié es potra historia. Y muy distinta a la del establecimiento de la calle Echegaray. Situado en la calle Prado, a muy pocos metros de la plaza Santa Ana, la importado la esencia jerezana a través de la fórmula de la franquicia. Nacida, lógicamente, en Jerez, la marca se encuentra ya en ciudades como Málaga, Albacete, Ciudad Real, Logroño, Córdoba o Jaén, además de en Madrid.
Tal como se señala en su web, Taberna Casa del Volapié es un concepto de restauración que surge de la mezcla de la originalidad y el arte, creando unas tabernas con un ambiente acogedor. “Se trata de un concepto de restauración único, con sabor gaditano, influenciado por una tradición jerezana, que recupera las esencias que han marcado esta tierra: toro, campo y flamenco“, se dice textualmente.
Ángel María Gutiérrez, jerezano y joven emprendedor apostó por la restauración del sur gracias a su afición a la cultura gastronómica de la zona. En 2008 inauguró Taberna Casa del Volapie en Fuengirola, Málaga, con la intención de recrear en ella el ambiente del “tapeito y la cervecita” que tanto le había cautivado en su tierra.
El éxito fue rotundo y en apenas un año desde la primera apertura, abre dos tabernas más en Málaga capital. El crecimiento de la firma a partir de entonces no ha cesado.