La normalidad de un domingo cualquiera en el Aeropuerto de Jerez se vio alterada ayer por la llegada de un avión privado en el que viajaba el Rey Juan Carlos. El monarca saliente aterrizó en el aeródromo jerezano al filo de la una de la tarde, lo que despertó la lógica expectación de los trabajadores y de los pasajeros que en esos momentos se encontraban en la terminal a la espera de tomar sus vuelos.